La Siguanaba, una mujer vestida de blanco y largos cabellos negros que aparece por los ríos y las veredas solitarias. Se hace seguir, por los hombres que trasnochan buscando aventuras nocturnas, sin dejarse ver el rostro. Luego los pierde en los barrancos, tras haberles mostrado su cara de caballo.

Un hombre después de trasnochar caminando cerca de un fuente, veía el cielo las estrellas centellantes; ni siquiera había amanecido cuando vio bañándose en el agua fría de la fuente una mujer con un hermoso vestido blanco, de hermosa figura, cabello largo y negro.
El hombre le preguntó:
Que haces a esta hora bañándote, quieres que te ayude?
La hermosa mujer dejó de bañarse, y sin mostrarle el rostro le hizo una señal.
Me está llamando dijo el borrachín.
La mujer caminó hacia el cementerio y el hombre la siguió impaciente e incansablemente, cada vez que se le acercaba, la mujer se desplazaba lejos de el.
Entonces el hombre por fin la alcanzó y pudo contemplar su rostro endemoniado, parecía un caballo, ésta se abalanzó sobre el y trató de llevárselo gimiendo un grito escalofriante, enterrándole las uñas para sepultarlo en los barrancos cercanos.
Desesperadamente el hombre recogió una medallita que tenía colgada en el cuello, y empezó a orar ya que no podía escapar de la mujer.
Cuando la mujer vio la medalla lo soltó y se lanzó al barranco.
El hombre sobrevivió al ataque y llegó a su casa con sus brazos y espalda desgarrados. Su familia trató de curarlo pero el hombre contó la historia y murió a los pocos días debido a sus heridas que nunca sanaron.



El Sombrerón

También conocido como: el Tzipitio, el duende, y a veces como Tzizimite. Las características generales son las mismas, un personaje de corta estatura, vestido de negro, con un cinturón grueso y brillante. Usa un sombrero negro grande y unas botas que hacen mucho ruido al caminar.

Le gusta subirse a los caballos y hacerles trenzas en la cola y las crines. Cuando no hay caballos trenza a los perros. También le gusta enamorar a las jovencitas de pelo largo y ojos grandes. Cuando alguna le agrada la persigue, le trenza el pelo, le canta con su guitarra de plata. Pero también le echa tierra en el plato y no la deja comer, ni dormir.

El sombrerón aparece a la hora del crepúsculo, arrastrando un patacho de mulas de carbonero, con las cuales recorre las ciudad y los barrios. Cuando es correspondido por una mujer, amarra sus mulas al poste de la casa donde vive ésta, descuelga la guitarra y empieza a cantar y bailar. Algunos vecinos comentan que por los barrios de la Recolección y de la Parroquia Vieja, aún se le ve pasar en las noches de luna llena

Leyenda

Por ella calle de Santa Catalina vivía una patoja, se llamaba Yanira, hija de la señora de la tienda. Era muy bonita, tenía pelo largo y unos grandes ojos de color negro. Tenía muchos pretendientes, pero nadie era capaz de conquistarla.
Una noche de luna llena, Yanira estaba sentada admirando el cielo. Entonces vio aparecer entre la oscura noche, un hombre pequeño, con una guitarra. El hombrecillo al verla, se quedó sorprendido por su belleza, tocó su guitarra, y la jovencita quedó maravillada desde la primera nota. Los padres al darse cuenta que el Sombrerón le cantaba, llamaron al padre para que bendijera la casa y expulsara de su casa a este demonio. Sin embargo seguía tocando desde la calle, la muchacha no comía ni dormía ya que su música la embrujaba y su comida aparecía con tierra.
Los padres preocupados llevaron a la muchacha a la iglesia, le cortaron el pelo y entonces el duende dejó de molestarla.

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